Entrevista a Philippe Druelle DO

por Christian Drevon Callone

En enero 2025 tuvimos el placer de entrevistar a Philippe Druelle DO. Para quienes no lo conocen, Philippe es uno de los grandes actores de la osteopatía. Alumno de Denis Brookes DO y alumno y amigo de Viola Frymann DO, a quien acompañó durante sus últimos días. Fundador del Collège d’Études Ostéopathiques de Montréal, escuela de la cual se reciben cientos de estudiantes a nivel internacional y la más reconocida de Canadá. Les compartimos la entrevista completa que nos dio desde su casa en Montréal, Canadá para que puedan disfrutarla.

Osteopatía - Buen día, Philippe. ¿Cómo estás? Muchas gracias por darnos este espacio para charlar contigo. Estamos muy honrados. Escribimos varias preguntas para hacerte, pero en primer lugar, queríamos que nos contaras un poco sobre cómo conociste a Gilles Drevon, quien fue un precursor de la osteopatía en Argentina.

Philippe Druelle - Gilles me contactó porque estaba interesado en conocer mi visión global de la osteopatía. En ese entonces, yo enseñaba de manera tradicional, basándome en los conceptos, y ofrecía soluciones prácticas para ayudar a las personas. Teníamos un conocido en común, Francis Perralade, un gran osteópata de la antigua generación, que había recibido las enseñanzas de Harold Magoun, Thomas Schooley, Viola Frymann y Dennis Brookes en 1965 en París, donde dictaron un curso sobre osteopatía craneal a un grupo reducido de personas, unas quince o doce.

Osteopatía - ¿Y cómo llegaste tú a la osteopatía? ¿Cómo la descubriste? ¿O siempre supiste qué era?

Philippe Druelle - (Se ríe) ¿Quieres la respuesta corta, mediana o larga? (Se ríe nuevamente). Vos decides. Al principio, hice una carrera en el ámbito de la salud, pero me aburría profundamente. No me convencía el concepto de dar medicamentos sin conocer a fondo todo lo que implicaba, sin comprender las amplias interacciones que existen en el cuerpo humano. Entonces, me inscribí en la facultad de medicina luego de haber hecho kinesioterapia. Un día, me encontré con alguien en la calle (yo no tenía previsto salir ese día) que me habló de un seminario que se iba a dar ese fin de semana con Denis Brookes en París. Me dijo: "Ven, vas a ver que es una formación increíble". Yo respondí que sí, pero que me acababa de inscribir en otra carrera y que quizás, en el futuro, me gustaría estudiar biología porque prefería hacer investigación. Pensé un momento y me dije a mí mismo: “Voy a ir, al menos veré un poco”. Tenía que pasar unas horas allí. Al final, me quedé tres días.

Lo que vi me impresionó profundamente. Vi a alguien trabajando la cabeza, la pelvis, las vísceras, haciendo preguntas muy inteligentes. Trataba a la persona en su totalidad. Y eso fue lo que me cautivó. No importaba la patología que el paciente tuviera, ya fuera ciática, dolores de cabeza o problemas digestivos, Denis Brookes siempre hacía preguntas, revisaba muchos aspectos, pero lo hacía de manera global. Fue en ese momento cuando quedé totalmente fascinado. Comprendí que con Denis Brookes se podía acceder a una mina de oro de conocimiento increíble, que iba mucho más allá de las técnicas. Tratábamos a un ser humano en su totalidad, respetando todos los planos: físicos, mentales, emocionales y espirituales.

A partir de ese momento, me enamoré de la osteopatía. Sin embargo, no había terminado mi formación en kinesioterapia. Fui a ver a mi padre, le conté lo que quería hacer y me dijo: "Te pago tus estudios, pero primero terminas un diploma. Haz lo que quieras, kinesiología o medicina, no es mi problema, y después te pago la carrera de osteopatía". Así que terminé kinesioterapia, y no sé cómo, pero aprobé el examen y me recibí, aunque jamás ejercí esa carrera. Ya en 1976, en mi consultorio de kinesioterapia, prácticamente solo hacía osteopatía con lo poquito que había aprendido. Y funcionaba. Esa fue la primera etapa de mi historia

Osteopatía - ¿Y cómo continúa la historia? Queremos saber más.

Philippe Druelle - La segunda etapa de mi historia comienza con mi encuentro con Viola Frymann. Viola vino a París para dictar un curso dirigido a los DO, es decir, para osteópatas. Había 250 lugares disponibles, en un anfiteatro en Orsay, cerca de París. Yo no podía asistir porque era estudiante de tercer año, y además no había lugares disponibles, estaba completamente lleno. Sin embargo, decidí ir de todas formas porque quería ver a Viola Frymann. Me escondí un poco, traté de pasar desapercibido, y me situé detrás de una columna, ya que mis profesores estaban allí.

Observaba a la Dra. Frymann trabajar y, de repente ella preguntó: “¿Hay alguien en la sala que quisiera sentir conmigo el MRP (Mecanismo Respiratorio Primario)?”. Evidentemente, 250 manos se levantaron, pero yo no pude levantar la mía, porque era estudiante. Entonces ella dijo: “Allí, el joven que tiene la camiseta blanca, suba aquí conmigo”. En ese instante supe que estaba perdido, pero no me importó porque pensé que, cualquiera fuera la consecuencia, el poder sentir la palpación de la Dra. Frymann era algo extraordinario.

Subo al escenario, mientras oigo rumores en la sala de profesores enojados por mi presencia. La Dra. Frymann coloca su mano sobre la mía. Recuerdo que me impresionó profundamente, porque su mano no era especialmente suave, pero sí era extremadamente presente y ligera. Lo primero que constaté es que la presencia no está en absoluto relacionada con la fuerza. Era ligereza, pero con una presencia magnífica. Y en ese momento sentí el movimiento. Ella me sonrió porque sabía que yo lo estaba sintiendo. Si quieres saber, aprendí más en esos cinco minutos que quizás en años de estudio, porque comprendí lo que era un flujo corto, lo que era esta fuerza universal de la que hablamos. Comprendí muchísimas cosas. Y no es que lo comprendí intelectualmente, sino que lo viví. No era algo racional; yo estaba viviendo esa experiencia. Es muy importante vivir la osteopatía. Sentíamos, de alguna manera, lo que estaba pasando no solo en el paciente, sino también fuera de él. Eso es lo que yo llamo "vivir la experiencia". No era algo pensado, no pasaba a través de nosotros, sino que ocurría con nosotros. Y luego, cuando se produjo la liberación, pasó a través de mí, de Viola Frymann y del paciente, pero antes, fue con nosotros. Fue un encuentro, una puesta en resonancia.

Así comenzó mi relación con Viola Frymann. Cuando recibí mi diploma de osteópata, viajé a La Jolla, cerca de San Diego, California, donde ella tenía una pequeña casa amarilla en la costa del Pacífico. Llegué a su casa sin cita previa. Me presenté a su secretaria y le dije: “Vengo a ver a la Dra. Frymann”. Ella me preguntó si tenía una cita agendada, y yo le respondí que no. En ese momento, la Dra. Frymann llegó inesperadamente, me miró y me reconoció. Le dije: “Discúlpeme, tomé un avión sin avisar porque quería encontrarla, ver cómo trabaja y quizás trabajar un poco con usted”. Ella me contestó: “Venga conmigo a mi consultorio”. Me dio un esfenoides y un occipital, y me preguntó: “Side Bending Rotation izquierdo y torsión derecha”. Luego, paró y me dio su mano, preguntándome: “¿Qué es la expansión y la retracción?”. Le respondí, y ella me dijo: “Muy bien, venga conmigo. Siéntese en la silla y no haga nada, no se mueva”.

Después de ver al segundo paciente, me dijo: “Venga aquí, Philippe, tome el miembro superior”. Estaba trabajando sobre una OM (articulación occipito mastoidea) y me pidió que pusiera en tensión las fascias hasta que sintiera esa tensión. Lo hice, claro. Más tarde, me invitó a cenar. Me dijo: “Si quiere, puede quedarse algunos días”. No hace falta decir que me quedé quince días con ella, incluyendo el fin de semana, y todas las noches cenábamos juntos. Era una especie de inmersión en la osteopatía profunda.

El último día me dijo: “Philippe, disfruté mucho trabajar con usted”, y yo le respondí que era yo quien estaba agradecido. Luego, me dijo: “Y ahora, quiero que usted me trate”. En ese momento, pensé que era muy joven, que acababa de recibirme, y comencé a hacerme infinidad de preguntas. Para mí, fue como si un seminarista estuviera confesando al Papa. Era un ambiente muy especial. Entonces algo hizo “clic” dentro de mí, y me dije: “Voy a hacer lo mejor que pueda”. Me enfoqué en ella, en sus necesidades, en lo que ella necesitaba, etc. La traté, le dije ciertas cosas, y ella me informó. No me dio detalles de su estado de salud, pero encontré ciertas cosas que ella me confirmó y me confió. Al final, terminó el tratamiento, se acomodó la trenza y me dijo: “Sabes Philippe, conozco a no más de diez personas que son capaces de hacer lo que tú hiciste conmigo”. Es inútil decirte que eso me dio una enorme motivación, fue como si me encendieran un turbo, ¡fue fantástico!

Regresé a París y continué trabajando en mi consultorio. Ocho o diez años más tarde, la Dra. Frymann me invitó al Osteopathic Center for Children para dar un curso de pediatría. Imagínate, ¡dar un curso de pediatría en la clínica de la Dra. Frymann! Di el curso ante 55 osteópatas estadounidenses, hice demostraciones, y luego ella me invitó otras veinte veces más, cada año, al Osteopathic Center for Children para dar cursos sobre el espacio endocraneal y otros temas. Siempre estuve muy contento y agradecido, ya que fui el único invitado de manera continua a su centro. Con el tiempo, nuestra relación se convirtió en una gran amistad.

Cuando Viola falleció, tenía 95 años. Me encontraba en San Diego dictando un curso en el Osteopathic Center for Children. Ella ya tenía la enfermedad muy avanzada. Iba a verla todos los días después del curso a una casa que era una especie de residencia para ancianos muy especial, con poca gente y un cuidado excelente. Pasaba tiempo con ella, la atendía, y hemos tenido confidencias y cosas muy importantes fueron dichas en ese momento. Volví a Montréal, y en ese último encuentro ella me dijo “adiós” en el sentido más importante de la palabra. “A Dios” y falleció la mañana siguiente a mi partida.

Osteopatía -Es como si te hubiera esperado

Philippe Druelle - Muchos me han dicho eso. Sobre todo las personas cercanas a ella. Según ellas, quería verme una vez más. Ella me dio algo muy especial. Me daba la impresión, con el tiempo, de que me consideraba un poco como su hijo espiritual. Recuerdo que cuando iba a las convenciones norteamericanas, especialmente en Saint Louis y Atlanta, siempre me presentaba a todo el mundo. Teníamos una especie de complicidad. Y para reirnos un poco, de vez en cuando, en el pasillo de alguna de esas convenciones, la llamaba “abuelita”. Ella, entre risas, me respondía: “¡No, no! Aquí soy la Dra. Frymann. No puedes llamarme abuelita en público, ¡eso no es posible!”. Siempre con una sonrisa, me decía “soy la Dra. Frymann”, y yo, de broma, le contestaba: “¡Ok, abuelita!”. Creo que soy la única persona en el mundo que ha recibido una reprimenda de la Dra. Frymann

Osteopatía - ¿Cómo era la personalidad de la Dra. Frymann?

Philippe Druelle - Era una mujer que, por un lado, era admirada por todos, pero, al mismo tiempo, como era extremadamente honesta, estricta e íntegra, había muchas personas que no se animaban a acercarse a ella porque no eran completamente sinceras. Ella tenía la capacidad de percibir a quienes no eran honestos, pero nunca los juzgaba. Jamás escuché a la Dra. Frymann decir algo negativo sobre alguien. En 45 años, nunca. Si algo no le gustaba, simplemente decía: “Comprendo su punto de vista”.

Pero lo que más destacaba en ella, por encima de todo, era su increíble capacidad como terapeuta. No decía todo lo que hacía, no porque tuviera miedo, sino porque tenía un temor genuino, como todos los grandes osteópatas de esa época, Harold Magoun, Thomas Schooley y Rollin Becker, a quienes conocí bien. Estos osteópatas temían que los médicos jóvenes de los Estados Unidos, que no conocían la profundidad de la osteopatía, los criticaran, quisieran deshumanizarla y reducirla a algo técnico, sin reconocer la dimensión extraordinaria del encuentro entre terapeuta y paciente. Para esos jóvenes, la osteopatía se veía como algo esotérico.

Por eso, es claro que la Dra. Frymann hablaba en privado de temas como los campos electromagnéticos, y otras cuestiones que no mencionaba en las conferencias internacionales. Practicaba cosas maravillosas y podía trabajar en niveles asombrosos, pero todo eso no era conocido por la gente. Como muchos osteópatas de su generación, tenía miedo de ser criticada, especialmente porque, en esa época, los jóvenes querían llevar todo a la ciencia y lo que estaba comprobado, cuando en realidad la osteopatía no funciona de esa manera. Rémi Guibert, quien fue un gran director de investigación en la Universidad McGill, dijo algo que me gustó mucho: "La osteopatía no debe adaptarse a los métodos científicos actuales, sino que la ciencia debe adaptarse a la osteopatía". Es justamente al revés, porque muchas veces, los osteópatas han descubierto cosas cincuenta o cien años antes de que la ciencia las confirmara.

Osteopatía - ¿Qué significa lo que nos estás diciendo?

Philippe Druelle - Bueno, básicamente, lo que quiero decir es que, a grandes rasgos, la profundidad de la osteopatía no es algo que se pueda abordar desde una búsqueda fundamental o teórica. Pero, por otro lado, sí es completamente accesible a través de la investigación clínica. No son lo mismo. Por eso, invito a todos los que practican osteopatía—estudiantes, profesores y todos los involucrados— a enfocarse en la investigación clínica. La observación clínica fue el punto de partida de Still, y así fue como Sutherland comenzó también. Aunque no podían probarlo todo en ese momento, podían decir “esto ocurre de esta manera” porque se reproducía de forma consistente.

La primera toma de conciencia de Still fue esta: “Find it, fix it, leave it alone, let nature do the rest”. En español, sería algo así como: “Encuentra el problema, resuélvelo, déjalo tranquilo, y que la naturaleza se encargue del resto”. Es una frase clave, no es algo trivial. Lo que quiere decir es que dentro del ser humano hay una fuerza que siempre busca regresar al equilibrio, a la normalidad. Si haces lo necesario para restaurar esa normalidad, si eliminas los obstáculos, las contracciones, las inercias, en ese momento, la fisiología va a volver espontáneamente a su estado normal. A mi modo de ver, ese fue el primer gran concepto de la osteopatía.

Osteopatía - Sin embargo, a menudo nos encontramos con pacientes que llegan y nos dicen: “Por favor, quíteme esto”.

Philippe Druelle - Sí, claro. Y es tu trabajo explicarles que esto forma parte de un todo. Lo que hacemos no es quitar algo, sino facilitar el regreso a la normalidad.

De hecho, uno de los aportes que hice a la osteopatía fue explicar que trabajamos como relojeros. Imagínate que llevas tu reloj al relojero porque no funciona. Él lo desarma, cambia las agujas, quizá los resortes, y hace todo lo que está a su alcance para que funcione. Pero, ¿te devolvería el reloj antes de que haga tic-tac? No. Nunca te lo devolvería, aunque haya cambiado todo, si no funciona correctamente. Lo mismo ocurre con la osteopatía: no devolvemos el "reloj" hasta que no esté en funcionamiento, hasta que la lesión se haya resuelto.

Mi contribución fue describir los siete grandes mecanismos dentro del ser humano. Estos siete mecanismos tienen sub-mecanismos, pero en general, podemos hablar de esos siete grandes mecanismos. Lo que necesitamos hacer en osteopatía es eliminar las inercias, las contracciones, los bloqueos—arteriales, venosos, etc.—pero sobre todo, debemos poner en marcha el mecanismo de salud, los mecanismos de salud. Cuando encuentras una lesión y la trabajas, la pregunta es: ¿Ha habido un cambio en el mecanismo o no? Mientras no haya habido un cambio, seguimos trabajando. Eso es la osteopatía. Trabajamos como ingenieros, como Still lo describió. Somos ingenieros, no lavadores de motores, como él decía. Esto implica un conocimiento profundo de las interacciones entre todos los sistemas.

Osteopatía - ¿Dónde podemos leer sobre esos siete mecanismos que mencionaste?

Philippe Druelle - Bueno, deberías asistir a los cursos, porque todavía no he tenido tiempo de escribir todo (se ríe). He escrito muchas cosas sobre los siete mecanismos y las comparto con los participantes y estudiantes. Estos siete mecanismos, en última instancia, resumen todas las funciones del cuerpo. Lo interesante es que percibimos interrelaciones entre ellos, y eso es fascinante. Las interacciones entre los mecanismos son realmente apasionantes, potentes y fundamentales.

Te doy un ejemplo. Si tomamos el mecanismo respiratorio primario, hablamos de las membranas, las inserciones de las membranas en el cráneo, la duramadre que se inserta en los forámenes, etc. Aquí aparece una frase de Sutherland que debe hacerte pensar: “La duramadre guía, preserva y limita la columna vertebral”. ¡Wow! ¿Por qué? Porque es inelástica. Excelente. Pero ahora imagina que tienes una lesión postural en el sacro. Si el sacro no se mueve, las inserciones de la duramadre tampoco se moverán. En ese caso, hay una interrelación entre el sistema postural mecánico y el sistema de las inserciones de la duramadre que bloquean o fuerzan el mecanismo para compensar.

Si hablamos de la dinámica de los fluidos, el cerebro tiene alrededor del 92% de líquido, tenemos el líquido cefalorraquídeo (LCR) entre otros, y lo mismo ocurre con la médula. Así que tenemos un medio líquido que tiende a expandirse, pero que no puede retraerse, ya que los líquidos no son compresibles. Por otro lado, tenemos una duramadre que no puede expandirse, pero tiende a retraerse. Por eso, los volúmenes del cráneo y de la columna vertebral cambian: la duramadre, que no puede adaptarse en longitud, tira de sus inserciones. Lo importante aquí es que hay un lado biomecánico (la duramadre, las inserciones, los huesos, etc.) y un lado biodinámico, que es el mecanismo de las presiones de los líquidos. Las presiones que tienden a expandirse y la duramadre, que tiende a retraerse, deben trabajar en conjunto.

Y para equilibrar estas fuerzas opuestas, necesitamos un sistema de modulación, de transición, y son los senos venosos los que hacen este trabajo. Los senos venosos actúan como un equilibrio entre estas dos fuerzas opuestas pero complementarias. Así que tenemos un aspecto biomecánico y un aspecto biodinámico, pero cuando ambos trabajan juntos... y eso lo pude demostrar en San Petersburgo, en el Instituto Chevenoff con Chopin-Vanikoff y Moskalenko. Nos dimos cuenta de que cuando trabajábamos los ventrículos laterales del cerebro, equilibrando a la vez la tensión recíproca de las membranas y las presiones de los líquidos, el cerebro experimentaba un salto en su actividad sistémica.

Es decir, cuando lo biodinámico y lo biomecánico trabajan juntos, el cerebro puede producir su propia energía de manera autónoma. Esto fue uno de los grandes descubrimientos que hice. A fin de cuentas, la interacción de estos universos biomecánico y biodinámico permite al cuerpo generar su propia energía.

En breve, vamos a publicar un estudio sobre todas las experiencias que realicé en Rusia. Aunque se publicaron en Rusia, preferí no hablar de ello aquí hasta que no encontrara el modus operandi, lo que acabo de explicarte. Los resultados que obtuve en Rusia son significativos, ya que Mitronov hizo todas las estadísticas sistemáticas cada vez que experimentaba algo. De hecho, él se dio cuenta de que la actividad sistémica del cerebro experimentaba un gran salto cuando equilibramos estos dos sistemas.

Cuando algunas personas se enfocan solo en la biomecánica, no se dan cuenta de que, sin saberlo, también están trabajando con la biodinámica. Y a veces tienen éxito porque, probablemente, lograron reparar lo que permitía que lo biomecánico interactuara con lo biodinámico. Sin embargo, quienes solo trabajan con biodinámica a veces fracasan. ¿Por qué? Porque hay una parte del sistema que aún no funciona correctamente. Es por eso que debemos abordar todo y buscar lo que sea necesario

Osteopatía - Es muy interesante lo que estás contando.

Philippe Druelle - En todo caso, pudimos probarlo. Abre un abanico de posibilidades increíbles. Además, logramos crear un modelo, una representación esquemática, de lo que acabo de explicarte. Cuando miras ese modelo, entiendes de inmediato cómo funciona. Si te interesa, puedo contarte una pequeña anécdota al respecto.

Osteopatía - Somos todo oídos.

Philippe Druelle - Thomas Schooley fue el primer profesor elegido por Sutherland para enseñar osteopatía craneal. Trabajó durante once años con Rollin Becker en la clínica de Sutherland. Era un hombre íntegro y a veces tímido. Yo lo había invitado a Montreal. Él se especializaba principalmente en la duramadre.

Un día, atendió a mi esposa, Julie. Ella se había bloqueado varias vértebras cervicales, y en un instante, Thomas se levantó; jamás lo había visto hacer algo estructural. Colocó el cuello de mi esposa hacia atrás, lo alinea con el eje y busca la duramadre para aplicar una pequeña impulsión. De manera muy suave, logró esa pequeña impulsión, pero lo hizo alrededor de la duramadre. Usó la duramadre para normalizar tres vértebras de mi esposa. No fue un “empujar las facetas articulares o los cuerpos vertebrales”, como lo harían los cirujanos, los terapeutas manuales o médicos físicos.

Lo que hizo fue más bien buscar un equilibrio, utilizando la duramadre para guiar a las estructuras hacia su alineación por sí solas. La duramadre guía, preserva y limita la columna vertebral. Y lo hizo con una mínima cantidad de energía. Fue tan sutil que, de repente, escuché “crack, crack, crack”. ¿Por qué? Porque simplemente utilizó la duramadre.

Osteopatía - Increíble. En una época, pude ver y tocar la duramadre en un cadáver, y es cierto que, cuando intentas romperla o quebrarla con las manos, es prácticamente imposible.

Philippe Druelle -Cuando crees que has modificado la duramadre, en realidad, lo que has logrado es cambiar sus inserciones.

Mira, Harold Magoun me mostró que la duramadre deja una huella en la parte anterior del foramen vertebral en las dorsales, y en la parte posterior, donde se encuentra la raíz de la apófisis espinosa en las lumbares. Es decir, la duramadre sostiene las curvaturas de la columna desde el interior. Y con el paso de los años, deja una huella en la parte posterior de las lumbares y en la parte delantera de las dorsales. Esto nos permite comprender el papel fundamental que juega la duramadre.

Osteopatía - Philippe, cuéntanos un poco sobre ti. Actualmente vives en Montreal. ¿Cómo llegaste a Canadá desde Francia? ¿Cómo se desarrolló tu carrera y cómo lograste crear tu escuela de osteopatía?

Philippe Druelle - Sí, actualmente vivo en Montreal, Canadá. Pero la historia comienza mucho antes. En principio, fui invitado por un fisioterapeuta, un médico y una enfermera a Montréal. Ellos eran Philippe Thomas, Jean-Guy Sicotte y Denise Laberge. Me invitaron, y cuando llegué, había solo 17 personas. En ese momento, yo estaba viajando a Phoenix, Arizona, para ver a Gladys Maguy, pero hice una escala en Montréal y les di un curso introductorio de osteopatía de cuatro días. Les encantó. A partir de ahí, recibí una segunda invitación para dar un curso a 45 personas. Cuando llegué, Jean-Guy Sicotte me dijo: “Philippe, necesitamos una escuela”. Yo respondí: “No, de ninguna manera, yo vivo en París, no puedo.” Y él insistió: “¿Qué necesitamos para crear una escuela?” Le di una lista de cosas, pero añadí muchas más porque no quería moverme de París. Eso ocurrió en 1981.

Jean-Guy me respondió: “No te preocupes, conseguiremos todo.” Y así, quedé comprometido. Escribí 26 libros de osteopatía para cada curso, que contenían entre 200 y 300 páginas. En París, tenía dos secretarias, ya que en esa época no teníamos computadoras. Ellas escribían sin parar, y yo trabajaba horas y horas. Durante cinco años seguidos, escribí esos libros, que aún conservo. Al cabo de cinco años, ya no podía más. No podía seguir escribiendo. Así fue como comenzamos. Jean-Guy tomaba los originales del avión al aeropuerto, los llevaba al hospital Sacré-Coeur durante la noche, hacía las fotocopias y, por la mañana, las entregaba, muchas veces todavía calientes. ¡No el café, pero las fotocopias!

Y así fue como todo comenzó. Luego me pidieron ir a Toronto, Vancouver, Halifax, por todos lados. Todo el mundo quería aprender.

Osteopatía - ¿Y cuándo te estableciste definitivamente en Montréal?

Philippe Druelle - Conocí a una persona maravillosa, Julie Saint-Pierre, una estudiante excepcional, íntegra, llena de humor y belleza. Al principio, evitaba cualquier tipo de relación con ella porque era alumna. Pero un día nos sinceramos sobre lo que sentíamos el uno por el otro. Julie vino a vivir a París durante diez años. Durante ese tiempo, yo viajaba a Montréal seis veces al año. Luego tuvimos dos hijos, y cuando ellos tenían entre cuatro y cinco años, decidimos mudarnos a Montréal debido a la contaminación en París. Vendí mi clínica, mi departamento y nos instalamos aquí en 1995.

Osteopatía - ¿Cómo se desarrolló y creció la osteopatía en Canadá?

Philippe Druelle - Es enorme. Hoy en Montréal hay unos 2,000 osteópatas formados en nuestra escuela, y aproximadamente la misma cantidad en el resto de Canadá. Sin embargo, también hay muchas escuelas de dudosa calidad. Algunas personas estudian solo uno o dos años en escuelas que no enseñan técnicas craneales, viscerales ni siguen el concepto osteopático completo. Esto ha causado muchos problemas, porque muchos se gradúan rápidamente y luego intentan continuar formándose con otros cursos.

Recientemente, el ministro Lebel anunció que se va a crear la profesión osteopática en Québec, lo que es inminente. Eventualmente, sucederá lo mismo que en Inglaterra, donde había muchas escuelas y ahora solo quedan algunas. En el futuro, las personas tendrán que volver a estudiar y rendir exámenes para obtener su título. Este proceso va a ocurrir aquí también.

Osteopatía - ¿Cuántos alumnos tienen aproximadamente por año?

Philippe Druelle - Alrededor de 50 alumnos, 25 a tiempo completo y 25 a tiempo parcial. Sin embargo, la osteopatía enfrenta una gran amenaza debido a la falta de regulación. Cualquiera puede abrir una escuela y decir que enseña osteopatía, lo que pone en peligro la profesión. Recientemente, una paciente me dijo: "Si no hubiera sido por mi marido, no hubiera venido a verte. Fui a un osteópata, me trató durante 20 minutos, tocó mi espalda y me cobró 120 dólares". Eso es lo que está ocurriendo y es un riesgo para la reputación de nuestra disciplina.

Osteopatía - Adentrándonos en las sesiones, ¿crees que la relación paciente-terapeuta es crucial para que un tratamiento sea exitoso?

Philippe Druelle - ¡Espero que me estés bromeando! Eso es lo más básico. Still fue el primero en hablar del concepto de "Mind". El "Mind" es el encuentro profundo entre el terapeuta y su paciente. Este encuentro estimula la fisiología del paciente. Cuando, con tu "Mind", tocas el "Mind" de tu paciente, y este te responde, hay una correspondencia entre ambos, y eso pone en marcha un motor. La fisiología responde de una manera determinada. Still decía que era la coherencia dinámica de la fisiología impulsada por el "Mind". Posteriormente, dijo que el “Mind wisely manages the engine of life” ("La mente gestiona sabiamente el motor de la vida").

El "Mind" se encuentra entre lo espiritual y lo material. Cuando hay una buena relación, un buen encuentro, lo que se está estimulando es la respuesta del paciente. ¿Lo comprendes?

Osteopatía - Sí, lo entiendo. Entonces, ¿eso explica que no importa si trabajas con osteopatía articular o craneal?

Philippe Druelle - Exactamente. Al final, es lo mismo. De hecho, últimamente me he centrado más en la osteopatía craneal, pero siempre con los mismos conceptos y el mismo enfoque. Tom Dummer y Rollin Becker, aunque usaban métodos completamente diferentes, ambos dijeron la misma frase: “Siento una fuerza que pasa a través de mí, a través de mis manos, a través de mi paciente, y regresa a su lugar de origen”. ¿El punto común entre los dos? El equilibrio. Una vez que creas ese equilibrio, algo sucede en la fisiología del paciente y también en resonancia con la energía universal, que Sutherland llamaba "el Aliento de la Vida".

Sutherland tomó esta frase del Génesis: "Sopló en su nariz el aliento de vida". Pero esta potencia no solo se encuentra en el ser humano, sino en cada electrón, en cada parte de todo lo que existe. Ahí es cuando nos acercamos a una noción cuántica. Desde mi perspectiva, el "Mind" entra en resonancia con el mundo cuántico, el mundo de las intenciones. Es complicado explicarlo en detalle, pero te lo resumo así: todo está interconectado, de manera precisa y metódica. El "Mind" es la conexión entre el sentido de la vida, el sentido de la vida del paciente, y la intención de ponerlo en equilibrio, de brindarle salud. Eso es la osteopatía.

Osteopatía - Eso es fascinante.¿Y entonces qué significa para ti ser osteópata?

Philippe Druelle - Hay una frase hermosa de Frymann que dice: "Un osteópata es un instrumento capaz de responder a las necesidades más profundas del paciente". ¿Cómo podríamos hacer esto sin tener en cuenta el sentido de vida del paciente? Es imposible.

Te cuento algo. Mstislav Rostropovich, el más grande violonchelista de todos los tiempos, respondió una vez a un periodista que le preguntó: “Maestro, ¿por qué sigue practicando seis o siete horas al día si ya es el mejor?” Él contestó: “Primero, no sé si soy el mejor, jamás me preocupó, y me tiene sin cuidado. Si practico mucho es porque quiero ser el instrumento más perfecto para que el espíritu de la música pueda utilizarme sin deformarlo. Soy un instrumento al servicio de la música”.

Isadora Duncan, la gran bailarina, decía lo mismo: “Si pudiera explicarlo con palabras, no bailaría”. Y los osteópatas, para mí, también debemos ser un instrumento. Algo tiene que “pasar” a través de nosotros. Cuando logramos eso, nos convertimos en osteópatas. Antes no. Antes somos aprendices, personas sinceras, quizás técnicos que aún no entendieron todo. Pero el día que sentimos que somos un instrumento al servicio de algo más grande, en ese momento nos convertimos realmente en osteópatas. Trabajamos con esa fuerza universal, aunque no seamos conscientes de ello. Si queremos entender la verdadera naturaleza de nuestro paciente y activar su "Mind", es cuando realmente nos convertimos en terapeutas.

Osteopatía -Es una muy linda definición. Si pudieras cambiar algo en el mundo osteopático hoy, ¿qué sería?

Philippe Druelle - Creo que necesitamos volver a las bases. Necesitamos enfocarnos en los conceptos fundamentales de la osteopatía y aplicar esos principios en la clínica. Mostrar a las personas que su cuerpo, su mente y su espíritu son sus mejores instrumentos. La osteopatía se trata de poner en marcha los mecanismos de salud, no de combatir la enfermedad. Deberíamos enfocarnos en crear un entorno donde la osteopatía genuina pueda prosperar.

Osteopatía:  ¿Tuviste algún papel en el comité de osteópatas que trabajó en el proyecto de ley en Canadá?

Philippe Druelle: Sí, participé. Al principio, había un comité con muchos de nuestros profesores. Sin embargo, después el comité fue eliminado, y el gobierno continuó el proceso por su cuenta, consultándonos solo de vez en cuando.

Osteopatía - ¿Cómo es la relación entre la medicina tradicional y la osteopatía en Canadá? ¿Los osteópatas están incluidos en algún plan de salud?

Philippe Druelle - No. Mientras la osteopatía no sea reconocida oficialmente, no funcionará bien. El consejo de médicos en Québec nos acusó de ejercer ilegalmente la medicina. Al principio atacaron nuestra clínica externa, pero perdieron. El juez entendió que lo que hacíamos no era medicina, sino algo distinto, pero aún así, no se podía permitir el uso de ciertos términos como “tratamiento osteopático”. Es un delirio.

Osteopatía - Veo que tu generación, junto con figuras como Gilles Drevon Lieffroy, Perronneaud-Ferré, Bernard Quef, Jean Peyrière, entre otros, fueron quienes hicieron conocida la osteopatía en el mundo actual. Fueron el puente entre los primeros divulgadores y la osteopatía tal como la conocemos hoy. Antes había grandes maestros, pero los medios de comunicación no eran lo que son ahora, por lo que la difusión de la información no era masiva. Luego, ustedes fueron perseguidos por ejercicio ilegal de la medicina, como sucedió en Francia, y los consideraban casi como magos o brujos que había que perseguir. Sin embargo, al abrir escuelas, lograron hacer la disciplina más visible. Hoy, la mayoría de las personas ha escuchado alguna vez la palabra osteopatía, algo que antes era totalmente desconocido.

Me gustaría saber, ¿quiénes son tus referentes hoy? ¿Quiénes fueron tus grandes referentes osteopáticos y qué grandes osteópatas del pasado tuviste el honor de conocer?

Philippe Druelle - Tuve el privilegio de conocer a Viola Frymann, Thomas Schooley, Alan Becker, Harold Magoun, Fred Mitchell, Laurence Jones, Anne Wales y muchos otros. Todos ellos me atendieron y, a su vez, yo tuve la oportunidad de atenderlos. Eso también es un lenguaje importante. Antes, los más veteranos nos pedían que los tratáramos, y ellos también nos trataban. Era una manera de transmitir conocimiento. También conocí a John Wernham. Todos esos grandes maestros tenían algo en común: la humildad. No había ego en ellos. Es algo realmente asombroso. También tuve la suerte de conocer a Rachel Brookes.

Recuerdo que Harold Magoun me dijo una vez: “Me encanta venir a Montréal. Tengo la impresión de volver a sentir el ambiente que había cuando era joven osteópata.”

Voy a compartir una frase que espero se entienda bien: “Mientras el ser humano no evolucione, a la osteopatía le costará existir.”

Osteopatía - ¡Qué potente! ¿Qué quieres decir con eso?

Philippe Druelle - Mira, la Universidad de Princeton publicó un trabajo muy interesante a nivel cuántico. Descubrieron que la presencia de un ser humano puede influir a nivel cuántico. Como sabemos, el mismo electrón puede estar en cuatro lugares diferentes, con cuatro velocidades distintas. Es un concepto complejo de entender. En el mundo cuántico, no existe el tiempo lineal ni la gravedad. El presente, el futuro y el pasado pueden coexistir al mismo tiempo. Otro concepto desafiante. Lo que es aún más interesante en este estudio de Princeton es que realizaron varios experimentos y al principio todos arrojaban resultados negativos.

Pero algo extraño sucedió: cuando un miembro del laboratorio se tomó un descanso de seis semanas debido a una operación importante, los resultados de los experimentos comenzaron a ser positivos. Al reincorporarse, los resultados volvieron a ser negativos. El jefe del laboratorio le sugirió descansar otros 15 días, y, sorprendentemente, al irse, los resultados volvieron a ser positivos. Así fue como llegaron a la conclusión de que una persona puede bloquear las interacciones entre un ser humano y el medio cuántico.

Solo pudieron probar esto, pero lo que quiero destacar es que vieron que al observar el medio cuántico, los cuatro electrones se transformaban en uno solo. Queda claro entonces que la observación humana cambia ese medio. Lo que quiero decir es que el valor de nuestra intención, de nuestro "mind", puede alterar el medio cuántico, mejorarlo, o al menos permitir que ese medio se ajuste al momento adecuado. ¿Lo comprendes? La observación tiene un impacto.

Osteopatía - ¡Muy interesante! Realmente da para pensar.

¿Por qué crees que tu generación sintió la necesidad de dar a conocer la osteopatía, abrir escuelas, etc.?

Philippe Druelle - Porque creemos en ella. Punto.

Osteopatía - ¿Y funciona?

Philippe Druelle - Ni siquiera nos planteamos esa pregunta. Simplemente lo hacemos. Algo que quiero agregar es que cuando estuve en Buenos Aires, me fascinó el tango. El "Mind" trabaja cuando uno baila tango con su pareja, es la conexión entre los dos. Es una relación verdadera, algo muy fuerte. Todos los estudiantes de osteopatía deberían bailar tango. Su palpación cambiaría porque es un intercambio, un verdadero diálogo entre dos personas. ¿Comprendes lo que quiero decir? Tienes que ser igual a la pareja y, al mismo tiempo, ser tú mismo.

Osteopatía - ¡Qué idea tan fascinante!

Philippe Druelle - Y sin dominar, claro. Los jóvenes estudiantes también deberían hacer equitación, para aprender que, al cambiar la posición de su cuerpo, el caballo también cambia su postura. También podrían hacer clases de arcilla, para crear una vasija alrededor de un punto invisible. O practicar tiro con arco, porque es en el momento en que dejas de forzar la voluntad de dar en el blanco, cuando realmente lo logras.

Son todas esas experiencias que, si tuviera una escuela ideal de osteopatía, pondría en práctica. Estas actividades ayudan a entender la importancia de la conexión, de sentir, de ser sensible a los pequeños detalles y de interactuar de manera auténtica con el entorno.

Osteopatía - Muchas gracias Philippe por esta entrevista. Para nosotros ha sido un placer.